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viernes, 3 de enero de 2014

Μνασων y el arte. La historia de las esculturas


Dibujo: "Boceto Redefinido", Calexico. Fuente: Saltimbanco-Calexico

Resulta que un tal Manolo (por aquél entonces le decían Μνασων o algo similar) era un constructor de edificios griegos. Los edificios griegos tenían muchas piedras dentro y hacia los lados, cuantas más piedras, mejor. Y si era posible que fuesen de las gordotas, mejor todavía. Μνασων tenía un amigo llamado Pepe, pero por aquella época nadie usaba el nombre de Pepe, y en el bar le decían Προκοπιος, algo mucho más fácil de pronunciar para los griegos (que hablaban en griego).

Un día, tras poner el último pedrusco sobre una casa y cerrar el techo, Μνασων se quedó mirando todas aquellas piedras gordas que habían sobrado para la construcción de aquella casa. Al parecer había habido oferta de piedras gordas y ahora tenían de sobra. ¿Qué iban a hacer con todos esos pedruscos griegos? Tras comentárselo a Προκοπιος en el bar sobre aquellas cómodas sillas de piedra que se llevaban por aquél entonces Προκοπιος se sorprendió.

-          ¿Has dejado todas esas piedras en el suelo? Pero, hombre, ¡ahora cualquiera con veinte esclavos o cinco mulos te las va a robar!

Μνασων se dio un golpecito en la cabeza a modo de hacer entender que había cometido un error con tal desgracia que la jarra que sostenía en la mano (también de piedra, como debía ser) lo golpeó abriéndole la cabeza. Treinta minutos más tarde, cuando Μνασων recuperó el conocimiento le dijo de manera apresurada a su amigo Προκοπιος que sería mejor colgar las piedras que sobraban de una grúa para que los gitanos no se las robasen. Tras preguntar a alguno de los otros caballeros de aquél bar se dieron cuenta de que la grúa aún no había sido inventada, y se lo apuntaron para inventarlo luego.

Fueron corriendo todo el camino que les separaba de la obra, parando ocasionalmente para mear cerveza griega en las esquinas de las casas de piedra griega que iban encontrando a su paso y, en menos de lo que tardaba el Sol en moverse un poquito por el cielo, llegaron a la obra, que se encontrada totalmente a oscuras en mitad de la noche. En ese momento, y desprovistos de toda luz, comentaron que ya era hora de que alguien inventase la corriente eléctrica. Por desgracia no llegaron a comentárselo a nadie nunca y el invento se retrasó un poco.

Προκοπιος y Μνασων se quedaron mirando las grandes piedras griegas que se apilaban alrededor de la casa. Habían sido colocadas en vertical para moverlas con mayor facilidad cuando se fuesen a usar, y a Μνασων se le ocurrió una gran idea.

-          ¿Por qué no las tallamos y decimos que forman parte de la casa como adorno?
-          No sé lo que es un adorno.
-          Es una cosa que pertenece a otra cosa más grande para hacerlo bonito, de modo que no se pueda robar el todo.

Προκοπιος no tenía ni idea de lo que hablaba Μνασων, pero era tarde y, según el plan de Μνασων, Προκοπιος sólo tendría que sentarse en una piedra griega a ver cómo Μνασων tallaba una estatua. A Προκοπιος le pareció una idea genial.

El sol despuntaba ya cuando Μνασων había terminado su primera estatua. Se había aglomerado una gran cantidad de gente griega alrededor de la obra entre los que volvían de resacón, varios alumnos de erasmus y los que iban pronto a la oficina aquél día. Y todos contemplaban a Μνασων, que sudaba la gota gorda dando golpes a la primera gran piedra en vertical, que estaba justo frente a la fachada de la casa.

El gran bloque de piedra ya no tenía forma de bloque. Sin duda tenía forma de algo, pero no de bloque, ni de nada que pudiese encontrarse por ahí. En realidad se parecía mucho a un bloque al que le hubiesen dado de martillazos a oscuras durante varias horas.

Por fin, Μνασων, que a esas horas ya había dejado de sangrar profusamente por la herida abierta con la jarra de piedra, dejó de dar golpes, bajó del pedrusco y se echó varios pasos para atrás. Luego otros pocos más. Finalmente cambió de sitio para ver su obra de arte unos metros más hacia la derecha. Sintió cientos de ojos clavados en la nuca, mirándole alternativamente a él y al peñasco.

Se giró y, gritando todo lo que pudo dijo:

 -          ¡Esto es una obra de arte!
-          ¿Y para qué sirve? – preguntó una señora de la muchedumbre. Μνασων puso cara de desconcierto. Miró a la estatua deforme y luego al público. No tenía ni idea de para qué podía servir una estatua.
-          Sirve para decir que es una estatua que hay que mirar y que es arte. Y el arte sirve para decir que hay que mirarlo y aprenderlo, y que es distinto a todo lo demás.




Tras la dispersión de la multitud Μνασων se fue a dormir la resaca unas tres idas y venidas del sol, pero fue incapaz debido al ruido de martillos contra la piedra. Se asomó a la ventana de piedra y contempló decenas de personas sudando arduamente y de un modo concienzudo destrozando prácticamente todas las piedras que no sostenían edificios, e incluso algunas que sí lo hacían. Se les veía increíblemente concentrados haciendo arte con toda su voluntad y determinación para hacer la estatua que más se pudiese mirar y que se dijese que era arte.





Dedico esta historia a todos aquellos que hacéis algo símplemente porque: se puede, nadie lo hace y queréis hacerlo.

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