Mudanza a Blog de Pensamiento lateral

sábado, 25 de enero de 2014

RENUNCIAMOS AL LENGUAJE POR EL ENTENDIMIENTO

El lenguaje se define como un sistema de comunicación estructurado para el que existe un contexto de uso y ciertos principios combinatorios formales. Creo que no hay nadie que dude acerca de los objetivos del lenguaje. A saber: ser capaz de transmitir conceptos e ideas a otras personas. Hablaré a partir de aquí del lenguaje hablado y escrito en un idioma (y no a lenguajes de otro tipo como el gestual). El lenguaje ha evolucionado desde un reducido grupo de sonidos guturales a un sistema complejo profundamente enrevesado con lógica en el que todo lo que se necesita decir o comunicar tiene una serie de valores parametrizados de antemano con los que transmitir ese (y no otro) concepto. Nos ha costado entre un millón y cien mil años (los investigadores no se ponen de acuerdo en una fecha más rigurosa) llegar a este punto de sofisticación. Y apenas diez en mandarlo todo a tomar por el culo.

Esta herramienta, normalizada en nuestro país mediante la RAE en 1713, parece desgastarse con el paso del tiempo. El deterioro no es uno propiamente natural o cronológico. Tampoco de uso. Se trata de una herramienta que se desgasta mediante el uso selectivo de determinados términos (o partes, si seguimos con la metáfora) de modos incorrectos.

Los cimientos arenosos de la normalización

Durante los últimos años llevo siguiendo las modificaciones que la RAE realiza sobre el modo correcto de expresarnos, y estoy cada vez más decepcionado por la línea que va tomando el diccionario (otra herramienta de las pocas que aún respeto). El objetivo de la RAE es, según el estatuto único de su fundación por aquél entonces:

Objetivos de la RAE, 1713 - Fuente: RAE

Y, sin embargo, nos encontramos con que términos como “trigonometría”, un concepto arraigado en la disciplina matemática desde hace más de dos mil años (y de uso vigente en todo sistema educativo), aún no se encuentra registrado. Me pregunto el modo que pensaría Hiparco para cargarse sobre nuestras Letras.

Y, sin embargo, cada reforma trae la polémica arraigada en la imposición de un cambio que la sociedad ve como un atropello en aras de una normalización.

Al ritmo del más tonto

Cuando leo titulares, oigo los telediarios o leo columnas de opinión me llevo metafóricamente las manos a la cabeza (aún no me ha ocurrido nada que haya hecho que esto ocurra de modo literal). No puedo sino pensar que han sido escritos para tontos, y me remontan a mis años de estudios, tanto en el instituto como en la carrera, y sobre el ritmo que se aplicaba a cada materia.

Solo un par de profesores podrían destacarse de este mar de conformismo, desafiando un sistema y mediante el arrastre de más suspensos que aprobados. Para mí, ser un buen profesor no era aprender lo justo para que todos pudiesen llegar, sino forzarte a entender algo que no te entraba en la cabeza una y otra vez, intentando superarte a ti mismo para conseguir algo que antes no tenías.

Y, sin embargo, nos encontramos con tutores, titulares, noticias, foros, etc, en los que el lenguaje, el uso de los signos de puntuación y el modo de expresión es el más tonto posible con el objetivo de llegar a todos. Es decir, avanzar al ritmo del más tonto para que nadie se pierda.

El llevar de la mano más lamentable de la historia, y que nos trae las consecuencias de un mundo en el que la palabra alfeizar no es entendida salvo por unos pocos.

¿Cuántas veces has enviado un email y al obtener respuesta has pensado “o es tonto o no se ha enterado de nada”?

Ocurre a menudo, en todos los ámbitos, que la respuesta a un comunicado por escrito da lugar a un mal entendimiento entre ambas partes. Mi padre tiene una frase para ello: “No me interpretes, escúchame.”. Pero claro, eso requiere que la otra persona sea capaz de entender qué es lo que has dicho en vez de traducir aquello que más se adecúa a lo que desea oír.

Y se entremezclan dos hechos: el que no te pueden entender, y el que quieren leer otra cosa más afín a sus necesidades.


Si, bajo la premisa del entendimiento, reducimos el nivel de nuestro lenguaje, mi más sincera enhorabuena. Los buenos tiempos de los sonidos guturales van a volver.


Y tú, ¿cuidas el lenguaje o escribes para que te lean?





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