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viernes, 20 de diciembre de 2013

TODOS LOS DEMÁS

Fuente: CNN México 

Todos los demás estuvieron de acuerdo en varios factores: decían que nunca sería capaz de recuperarse de aquello, que nunca podría volver a levantar la cabeza del estado en que se encontraba. Y esa presión de grupo hizo que él bajase la cabeza y no se recuperase.

Con el paso del tiempo el peso se convirtió en su estigma personal, en la razón y nombre para nombrarlo. "Es él, ese, el Cabizbajo.". Cada vez que era mentado, se encogía levemente sobre sí mismo, dejando que la tristeza ocupase todo el espacio que dejaba libre al menguar. Y, cada vez que se agachaba, lo mencionaban con aquél nombre.

Cabizbajo, el más débil de todos ellos, antes fuente de emoción y rebeldía, andaba ahora agazapado entre las sombras de todos los demás, que lo miraban desde arriba.

Pronto necesitó de apoyo para los hombros, que caían recostados en los asideros de las muletas que lo sostenían. Cabizbajo había dejado de hablar e interactuar, pero oía y escuchaba su ya antiguo nombre que le hacía postrarse bajo todos los demás, cada vez mas cerca del suelo. Hasta que las muletas quedaron altas.

Rápido se arrastraba a ras de suelo, arrodillado, con las rótulas envueltas en el charco de sangre que acarreaba al avanzar. Aún los oía, pero Todos los demás parecían ajenos a su presencia pese a la tos que lo caracterizaba. Así y todo, Cabizbajo era foco de sus comentarios, mencionado como el ejemplo detestable de quien no luchó.

Y acabó por reptar llorando quejidos incómodos y lástima y arañazos que no dejaban eco que mirar salvo un leve rastro de lo que fue, mientras Todos los Demás lo aludían en sus crónicas de quien no ser y a quien evitar.



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