Mudanza a Blog de Pensamiento lateral

domingo, 8 de diciembre de 2013

"De cómo aumentamos la complicación del problema al intentar resolverlo”, o “la cisterna que dejó de funcionar”

Cuando trabajamos en una empresa, y se nos asigna un proyecto ocurren dos cosas a la vez. La primera es un subidón debido al hecho de que la empresa te considere cualificado para desempeñar tal función y llevar a cabo un proyecto entero. La segunda es una preocupación constante que probablemente arrastres a lo largo de todas las fases, en la que tu cabeza estará preguntando constantemente “¿Y esto cómo lo hago?” unido a la constante “¿Lo estaré haciendo bien?”. En especial si nunca habíamos participado en proyectos similares o éste alcanza una gran envergadura a la que no estamos acostumbrados.

Los mecanismos de control, por desgracia, no pueden aplicarse de manera analógica, y siempre habrá un desfase entre el trabajo realizado y la verificación de resolución de los objetivos marcados, o la satisfacción del cliente.

Todos somos conscientes de que un proyecto puede torcerse desde mucho antes de empezar por tratar con axiomas o premisas falsas, datos erróneos de partida o, simplemente, una falta de visión del proyecto en su conjunto. Como por ejemplo, el dar por hecho determinadas situaciones.

Podéis encontrar un caso práctico de lo que comento aquí. Evidentemente se trata de un caso particular y escrito con tono de humor, pero es importante darse cuenta de que lo que en nuestra vida cotidiana se trata de “un error gracioso”, en nuestra empresa puede constituir un fallo catastrófico.

Es por ello que debemos generar herramientas que cuestionen nuestros pasos antes incluso de haberlos dado, como puede ser el hablarle del proyecto a los mandos intermedios o a los técnicos del nivel más bajo antes de ponerse a trabajar en él, de modo que todos los puntos de vista y posibles problemas sean analizados antes de comenzar a trabajar en un modelo de estrategia.

Ocurre por el contrario, más a menudo de lo que cabría por lógica, que el responsable de un proyecto lo coge directamente de sus superiores y, sin apenas analizarlo, lo considera viable porque, a grandes rasgos, lo parece. El querer quedar bien con el superior e intentar plazos imposibles pueden reflejarse en un mal análisis de un equipo una vez finalizado el proyecto, probablemente porque se pudo haber trabajado mejor de lo que se hizo habiendo parado antes a pensar.

Lo repito demasiado, pero es importante determinar todas las variaciones posibles del proyecto, sus complicaciones y envergadura antes de lanzarse a ello.

Personalmente me he cuestionado cada decisión de cada proyecto en los que he trabajado, tanto aspectos y condiciones bajo mi responsabilidad como responsabilidades que no me competían. Y he de decir que cualquier tipo de sugerencia por parte de cualquier persona involucrada en el proceso es no sólo de agradecer, sino que puede resultar decisivo a la hora de ganar un cliente, defender un producto o conseguir cumplir plazos.

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